Quizá, las cosas que menos nos gusten sean: la mentira, el engaño y la traición. No nos gusta que nos engañen, ni que nos mientan y menos aún, que nos traicionen.
Deseamos conocer la verdad y estar informados de todo lo concerniente a nuestras personas más cercanas, ya sean amigos o familiares.
Se supone que cuanto más conozcamos de una persona, menos desengaños nos llevaremos.
Incluso, para optar por un trabajo, se nos exige toda la información posible. De tal manera que cuanto más importante o de mayor responsabilidad sea ese trabajo, mas información se nos exigirá; tanto la relacionada con nuestra preparación sobre el trabajo que optamos, como la privada, y tal vez la cultural y la moral.
Aunque siempre habrá cosas que no figuraran en nuestro currículum, y que podremos ocultar; solo saldrán a la luz, cuando se den las circunstancias adecuadas y precisas.
Se exige tanta información porque se busca fidelidad, que según define el diccionario Minilarousse Ilustrado, significa: Exactitud en cumplir con los compromisos adquiridos.
Fidelidad es lealtad que uno debe a otro.
Encontramos un claro ejemplo de lo que es la lealtad en la persona de David, que a pesar de haber sido ungido como rey de Israel, seguía estando sometido a su padre Isaí, haciendo todo lo que su padre disponía. Cuidaba de los rebaños de su padre como si fueran suyos; enfrentándose a las fieras del campo ante cualquier ataque o peligro que acechara, aún a costa de su vida. Sabía cual era su responsabilidad y la asumía, porque era fiel. La fidelidad era su norma de vida. (1ª Samuel, 17:12-37)
El Señor también está buscando fidelidad. Aunque Él no necesita currículum alguno para conocernos, sabe incluso lo que ocultamos. Él es el único que conoce toda nuestra vida y nuestros sentimientos. El único conoce todas nuestras intenciones y todos nuestros pensamientos. (Jeremías, 17:9-10) Y que a pesar de saberlo todo sobre nosotros, desea nuestra fidelidad.
Fidelidad es la obediencia que le debemos a Dios.
Igual que David era fiel a su padre, cada uno de nosotros, desea de todo corazón ni fallarle ni serle infiel a nuestro Padre celestial. Aunque en ocasiones dudamos de que nuestra fidelidad al Señor sea real, al no estar lo suficientemente comprometidos en las cosas de Dios, tal y como nos propusimos en un principio, llenos de agradecimiento al Señor Jesucristo, al rescatarnos de nuestra vana manera de vivir. Porque solo es merecedor del adjetivo fiel, toda aquella persona que cumple sus compromisos, ya sea con Dios o con los hombres. (Lucas, 12:35-38, 43) Por lo tanto, Fidelidad, es involucrarse en la cosas de Dios, como cosa nuestra.
De no ser así, puede que al incumplir, (sin pretenderlo) el compromiso adquirido voluntariamente de servir al Señor, se torne este, en infidelidad; que es todo lo contrario a la fidelidad. (2ª Cor. 11:3)
Infidelidad es dejar las cosas de Dios, por nuestras cosas.
Tomemos de nuevo a David como ejemplo, pero en este caso de infidelidad. David era ya rey de Israel, y como rey y soberano, tenía compromisos y obligaciones contraídas con Dios y con su pueblo. Una de ellas era conquistar y someter a las naciones vecinas; así como llegar a poseer toda la tierra prometida tal y como el Señor había establecido; pero en un determinado momento de su vida, quizá por comodidad, desidia o soberbia, no salió a la guerra al frente del ejercito de Israel, cuando debería haberlo hecho; delegando en otros sus obligaciones, que como rey de Israel había adquirido. (2ª Samuel, 11:1-4)
La infidelidad es el resultado de la desobediencia.
No fue fiel, en esta ocasión el rey David, al mandato divino, siendo el resultado de esta infidelidad, una calamidad para su vida, para su familia y para su reino. Un tremendo error visto desde todos los aspectos. (2ª Sam. 12:7-12)
Igual de desastrosa que puede llegar a ser nuestra vida, si una vez que hemos gustado todo lo que ofrece nuestro Señor Jesucristo, lo desechamos, buscando o yendo tras lo que nos aleja de Él. (1ª Juan, 2:15-17) (Hebreos, 6:4-6)
Por lo tanto, la fidelidad que le debemos a Dios, es el resultado de asumir la voluntad del Señor y llevarla a cabo, en cualquier circunstancia, situación, lugar o medio en que nos encontremos.
Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor. (Mateo, 25: 21)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Estimado hermano en Cristo. Es el primer mensaje que recibo y me da mucho gusto leer sobre la fidelidad que debemos tener para con DIOS. CRISTO esta por venir y el maligno como leon rugiente ataca primeramente a los santos para que no le sean fieles a DIOS NUESTRO SEÑOR. Debemos vestirnos con la armadura de DIOS,
Saludos desde la Paz B.C.S. MEXICO.