Todos conocemos que es una puerta y para que sirve.
Sabemos también, que través de una misma puerta, se puede tanto entrar como salir de un determinado lugar. Ya que las puertas normalmente tienen esa doble función, la de dejar entrar como dejar salir. También la de impedir entrar o impedir salir. Así que depende del sentido que queramos darle o en la situación en que nos encontremos, entraremos o saldremos.
En el libro de 2ª de Crónicas, encontramos a un rey de Judá, Acaz, que cerró las puertas del Templo del Dios de Israel, impidiendo que el pueblo le rindiera adoración al único Dios verdadero, consiguiendo con esta acción, abrirle al pueblo de Israel otra puerta a la idolatría. Porque cada vez que se le cierra la puerta a Dios, se le abre la puerta al pecado y a la muerte. (2ª Crón. 28:24-25)
Al contrario que el rey Acaz, Ezequías su hijo, una vez establecido en el trono real, su primera disposición como rey, fue la de ordenar que se abrieran y repararan las puertas del Templo, que durante varios años permanecieron cerradas. Acción esta que supuso todo lo contrario, a lo conseguido por su padre; al abrirse las puertas del Templo de Dios en Jerusalén, se cerraron las puertas a la idolatría en todo Israel.
(2ª Crón. 29:1-7)
La verdad es que esto que nos enseña la Palabra de Dios, debería hacernos considerar que muchas de las actitudes que tenemos o de las decisiones que tomamos, son puertas que según en el sentido que las usemos, nos pueden dar la libertad o llevarnos a la cautividad.
Porque en verdad existen puertas espirituales, que nos limitan y nos impiden el libre acceso a la presencia de Dios. Por la misma puerta, se puede entrar a la presencia de Dios o salir de ella.
Porque muchos de nosotros, creados a la semejanza de Dios, nos encontramos encerrados, en nuestros miedos, temores, pensamientos, dudas, incertidumbres y cosas semejantes; sin saber, aún queriéndolo, como salir de alguna o varias de esas situaciones.
Encerrados algunos voluntariamente; otros por curiosidad y los muchos por ignorancia. Pero al fin y al cabo, privados de la libertad a la que tiene derecho toda criatura de Dios.
Siendo el único y suficiente guardián del encierro, una sólida puerta, llamada resistencia, que cerramos tras nosotros, al no querer saber nada del Dios que nos creó.
Tal vez, sería bueno recordar lo que está escrito en Apocalipsis y que se podrían aplicar todos aquellos que un día cerraron tras sí, una pesada y compacta puerta, y que solo ellos mismos, pueden abrir desde adentro:
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y el conmigo. (Apocalipsis, 3:20)
Porque el Señor Jesucristo, llama a cada una de las puertas cerradas por nosotros mismos; a Él no le importa el motivo por el que estamos encerrados, le importas tú, y quiere que le abras para tener una buena relación contigo, para ser tu amigo, para sentarse a la mesa contigo y que compartas con él, todo lo que te sucede y el motivo del encierro, porque solo Él puede ayudarte a ser libre.
Y para que en caso de que si en alguna ocasión, necesitaras cruzar alguna puerta para refugiarte, o buscar alguna solución ante cualquier contratiempo, sepas lo que Él dijo que era:
Yo soy la puerta; el que por mi entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. (Juan, 10:9)
No solo que entrarás, sino que también saldrás, con total libertad una vez que halles todo aquello que buscabas, porque de eso se trata, de poder entrar y salir a la presencia de Dios, cuantas veces sea necesario, por medio de nuestro Señor Jesucristo, con todas nuestras necesidades totalmente satisfechas en Él.
Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. (Hebreos, 10: 19-22)
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
Gracias pastor por la meditación que escribió, que el Señor siga bendiciendo su vida,