Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. (Prov. 4:23)
Oí decir, no hace mucho, que el corazón es como un armario en el que guardamos a lo largo de nuestra vida, infinidad de cosas; y entre ellas, algunas buenas y otras malas. Cosas, que llegado el momento de abrir “el armario” nos sorprenden, porque ignorábamos que aún permanecían en él.
La Biblia menciona con mucho acierto que el corazón es como un tesoro, que puede ser bueno o puede ser malo; todo depende de lo que guardemos en él. (Mateo, 12:35) El profeta Jeremías, asegura que no nos podemos fiar del corazón, porque es engañoso y perverso, y solo lo puede conocer el Señor:
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente y pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. (Jeremías, 17: 9-10)
Se nos asegura también que se podrá conocer en qué condición está el corazón (la persona) por lo que sale de la boca, porque de la abundancia del corazón habla la boca:
Porque del corazón salen los malos pensamientos, los pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. (Mateo, 15:19)
De ahí la recomendación de guardar La Palabra de Vida que ha sido sembrada en el corazón, para que una vez sembrada y limpio el corazón, el tan deseado fruto del Espíritu (Gál. 5:22) sea una realidad, para poder ver a Dios.
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. (Mateo, 5:8)
Porque qué sentido tiene honrar con los labios al Señor y que el corazón (el nuestro) esté lejos de Él. (Mateo, 15:8) ¿No sería mejor que el corazón y la boca estuvieran alineados? Ya que la alineación de ambos sería señal inequívoca de que la gracia del Señor ha sido derramada en los corazones produciéndose el anhelado cambio. (Rom. 5:5) Porque según La Palabra, con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. (Romanos 10:10)
Así que, no nos queda más remedio que atenernos a ello si es que realmente queremos ver a Dios; ya que solo el limpio de manos y puro de corazón, recibirá la bendición del Señor, como muy bien señalan las Escrituras:
¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño. (Salmos, 24:3-5)
¿Podrías pensar en ello?
Que importante está este tema, porque muchas veces decimos que no podemos ver dentro de las personas, pero siempre sale algo de lo que está adentro, sea bueno o malo. Saludos a la familia y a los hermanos, bendiciones Ramón.
Gracias hermano por esta reflexión. Le extrañamos. Iglesia Principio y Fin, La Lisa, Cuba.
Excelente reflexión pastor Antonio. Realmente ha sido un llamado de atención de Dios para mi vida. MUCHAS GRACIAS.
Dios continúe bendiciendo La Vila!!!