Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. (Génesis, 2:22-24)
Hace unas semanas atrás tuve la oportunidad de oír disertar a un varón, sobre el amor que se debe profesar a la propia esposa. Expuso este varón, que en las Escrituras no sólo se insta a los maridos a amar a sus esposas, si no, a como amarlas; cosa que a muchos se nos olvida muy a menudo; así que resalto en negrita la parte de La Palabra donde se apoyó el conferenciante para desarrollar su disertación:
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. (Efesios, 5:25-27)
Nos recordaba, dicho varón a los maridos, que no hay ningún verso o recomendación que indicara a las mujeres que amasen a sus maridos, aunque a respetarles sí (Efesios, 5: 33) porque en la mujer (según nos dijo) el amor en ella, es algo intrínseco. La mujer se da a su marido (salvo excepciones, que las hay) sin esperar nada a cambio.
De ahí que el sabio rey Salomón en uno de los proverbios que escribió y nos legó para que meditásemos en ellos, ya que también son Palabra de Dios, define con mucho acierto lo que ocurre cuando un varón contrae matrimonio con una mujer:
El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová. (Prov. 18:22)
Concepto este (en mi opinión) a tener en cuenta y no olvidarlo, porque la benevolencia del Señor tiene coste.
“Cuídate de hacer llorar a una mujer. Dios cuenta sus lágrimas.
La sacó de tu costado. No de tus pies, para que no la pisaras. No de tu cabeza, para que no estuviera por encima de ti. La sacó de tu costado, por debajo del brazo, para que la protegieras. Del lado del corazón, para que la amaras”.
Así que, ¿Podrías pensar en ello?
Esa meditación acerca de la Esposa me ha encantado, sobretodo porque
llevo 5 meses de casada con mi esposo y así es como debe ser el amor
entre un matrimonio cristiano. Dios lo bendiga y le siga inspirando.