Al entregarnos a Jesucristo, y al aceptarle como nuestro Salvador y Señor, se establece un compromiso o pacto mutuo; a la vez que el Señor Jesucristo nos reconcilia con el Dios Creador, a través de la cruz del Calvario, nos sujetamos al Padre Eterno, para servirle y hacer su voluntad con la ayuda del Espíritu Santo que mora en nosotros..
Una vez reconciliados con Dios, se establece una relación filial, de padre a hijo, somos hechos hijos de Dios, herederos de Dios y coherederos con Cristo. Y es a partir de ese momento, que podemos, y más aún, debemos acercarnos a Él con toda libertad, para pedirle por todas y cada una de nuestras necesidades, incluso por las necesidades de los demás. Y…. ¡Por fin! Se va a cumplir la Palabra de Dios; todas nuestras peticiones y demandas van a ser oídas, además de atendidas; el pedir insistentemente es bíblico, pero…. Siempre nos olvidamos de algo muy importante, que el compromiso o pacto es mutuo, y no solamente de nuestro Señor.
El Señor se comprometió a bendecirme; yo me comprometí a obedecerle. Este es el pacto.
En la Biblia, hay un principio fundamental, que es el de la reciprocidad. El Señor murió por mí, para que yo viviera para Él.
De este principio, reciprocidad, nos olvidamos con mucha facilidad, clamamos a Dios para que nos bendiga, pero no le obedecemos; a lo sumo, nos proponemos a hacerlo a partir de una lectura o una charla que nos induce a ello, al despertar de su sopor a nuestra conciencia.
El compromiso queda firmemente establecido, cuando al oír la voz de Dios, nos disponemos sin dilación a obedecerle.
Así y todo, debe de haber una señal de ese pacto, que ha quedado establecido, esta es la circuncisión; circuncidarse, además de ser para el hombre un acto humillante, es dejarse ver y verse tal como es, es desnudarse delante de Dios y de los hombres, indefenso, sin la seguridad que le dan sus vestidos, aceptando las imperfecciones de hombre, consecuencia de la desobediencia en Edén. Circuncidarse, es volver a la obediencia y a la confianza Divina.
Circuncidarse espiritualmente, es dar paso al Espíritu Santo en nuestras vidas, para que continuamente nos recuerde nuestro compromiso con Dios; compromiso este, de obediencia a guardar sus mandamientos, estatutos y ordenanzas.
El Señor, nuestro Dios, siempre es el que da el primer paso en esa relación de compromiso: envió a su Hijo, para que al morir nos diera vida; Jesús, una vez resucitado, nos preparó morada en los cielos, está sentado a la derecha de Dios, para interceder por los suyos; nos envió el Espíritu Santo, nos dio dones espirituales y ha prometido estar con nosotros hasta el fin del mundo.
El compromiso obliga a ambas partes por igual a guardarse fidelidad. Sabemos que Dios es fiel, por lo tanto debemos guardar fidelidad al Señor, nuestro Dios.
Comprometerse con el Señor, entre otras cosas, implica: Estar a su lado siempre; Dejar de hacer lo que nos guste o nos parezca bien, y hacer lo que está establecido en su Palabra.
ESTAR A SU LADO SIEMPRE.
El estar al lado de Dios, es posible que nos acarree problemas, y no porque nos comportemos indebidamente, si no porque con nuestro cambio de actitud, al aceptar y asumir lo que establece la Palabra de Dios para nuestra vida, estamos dando a conocer el carácter de nuestro Señor; y no solamente a la gente, si no a las huestes espirituales, ya sean ángeles o demonios. Es enfrentarnos con el bien al mal.
DEJAR DE HACER LO QUE NOS GUSTE O NOS PAREZCA BIEN.
Hay cosas que no son convenientes para los comprometidos con el Señor, aunque nos gusten o no las veamos mal, la Palabra dice en 1 Cort. 10:23, todo me es lícito, pero no todo me conviene. Lot, sobrino de Abraham, es todo un ejemplo; le gustaba vivir en Sodoma y no le parecía mal su actitud, pensando él, que mientras mantuviera algún tipo de relación con Dios, se vería libre del pecado de su ciudad. Que tremendo error, si no llega a ser por la intercesión de su tío Abraham, él y su familia hubieran perecido junto a sus conciudadanos, así y todo no salieron muy bien parados. Así, muchos creyentes piensan que pueden y deben mantener una buena relación con el mundo, siempre que mantengan algún tipo de relación con el Señor, confiando que el Señor nuestro Dios, va a tolerar todas nuestras infidelidades y desvaríos. El que así piensa, si no llega a caer del todo, es debido a la intercesión de sus hermanos en Cristo.
HACER TODO LO QUE ESTA ESTABLECIDO EN SU PALABRA.
No sé si somos conscientes de que no hacemos casi nada de lo que el Señor espera de nosotros. Es posible que pensemos que hacer la voluntad de Dios consista solamente, en leer la Biblia, asistir a las reuniones, orar, cantar, presentar las comidas al Señor y algunas cosas más; cuando lo que desea el Señor son hacedores de Su Palabra y no tan solo oidores.
Los hacedores de la Palabra, son todos aquellos que tienen en cuenta los dos más grandes e importantes mandamientos, que son: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como así mismo. Los hacedores de la Palabra, están siempre al lado de Dios y no se guían por lo que creen que está bien, (por sus sentimientos) si no que procuran ajustarse totalmente a lo establecido por Dios, sabiendo que se sirve al Señor, en la medida que servimos a nuestros semejantes.
Una vez que el compromiso sea firme por nuestra parte, todas las maravillas que esperamos ver, las veremos, nuestras oraciones, serán contestadas y la gloria de Dios, se manifestará en nuestras vidas.
Pero no erremos, si el Señor no contesta a nuestras oraciones, es porque no estamos cumpliendo nuestra parte del compromiso.
Si deseamos que el Señor cumpla, (aunque Él siempre es fiel) cumplamos nosotros también.
Todos los personajes de la Biblia, que oyeron el llamado de Dios, tuvieron que ponerse a su lado, dejar su forma de vivir y pensar, para así poder hacer la voluntad del Eterno. Es la única forma para obtener de Dios, las riquezas espirituales en Cristo Jesús, que tanto anhelamos, el avivamiento deseado y las maravillas que de Él esperamos.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. (Juan, 15:7)
Lectura recomendada, Génesis, Capítulo 11, hasta el cap. 25:11, del mismo libro.
Que la gloria sea siempre para nuestro Dios.
CUANDO OBEDECEMOS A DIOS EL ES FIEL Y NUESTRA VIDA ESPIRITUAL CRECE PORQUE NO SOLO LA BENDICION MATERIAL IMPORTA SI NO QUE PRIMERAMENTE ES BUSCARLE Y OBEDECER SU PALABRA Y EL ABRIRA LAS VENTANAS DE LOS CIELOS A NUESTRO FAVOR COMO HIJOS DE DIOS TENEMOS QUE TRABAJAR DURO EN LA OBRA DE DIOS SIN MURMURACION Y HACERLO DE TODO CORAZON COMO PARA EL SEÑOR Y NO PARA LOS HOMBRES ,,,,BENDICIONES