Una de las cosas de las que más adolecemos los creyentes es la de la autoestima.
La autoestima, es la valoración que se tiene de uno mismo, es el concepto que tenemos de nosotros mismos.
En (Romanos 12:3) la Biblia nos dice que no debemos tener mas alto concepto de nosotros mismos, que el que debamos tener, pero generalmente, salvo excepciones, el concepto que tenemos de nosotros mismos es inapropiado, nos infravaloramos, confundiendo baja estima con humildad.
Y esto, en lugar de ser bueno, es muy malo, llegando incluso a dudar de las promesas de Dios, dándole entrada en nuestra vida, a un espíritu de duda, de desconcierto y de temor.
Hay un claro ejemplo en la Biblia, de que según nos veamos nosotros, así nos ven los demás; en el libro de Números y en el verso 33 del capítulo 13, podemos leer lo siguiente: También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.
Así se veían algunos de los hombres que Moisés había enviado para que explorasen la tierra prometida, insignificantes y pequeños como langostas.
El problema no consistía solo en como se veían ellos, sino que al verse como insectos, creían que los demás les veían igual; esa es la ley espiritual en cuanto nuestra autoestima, según nos vemos, nos ven.
Quizá aún no nos hayamos dado cuenta totalmente, de que la obra redentora del Señor Jesucristo abarca tan amplio espacio, de posibilidades y situaciones, que ignorando algunas de ellas, solemos pasarlas por alto, como es el de tener una baja autoestima.
Difícilmente podremos hacer algo para establecer el reino de Dios, como pretendemos, si nuestra autoestima está por los suelos, la Palabra de Dios, continuamente nos recuerda de quien somos hijos; que somos mas que vencedores; que nadie no podrá separar de Cristo; que todo lo podemos en Cristo; que por su llaga fuimos sanados; que hemos sido perdonados, salvados, redimidos, justificados, santificados, etc. etc.
La baja autoestima es la que nos impide afirmar en muchas ocasiones nuestra fe, al pensar que no nos corresponde a nosotros o no estamos capacitados, para proclamar el nombre del Señor Jesucristo, engañándonos a nosotros mismos.
Debemos levantar los ojos al cielo y creer que el Señor, esta haciendo una obra maravillosa en nosotros y por nosotros, que no debemos creernos mas de lo que somos, pero tampoco menos; somos lo que somos por la gracia de Dios. (2 Corintios 3:18) (Efesios 4:13)
En el mismo momento que el Señor ilumine nuestra mente, para que podamos aceptar y afirmar que hemos sido liberados, entre otras cosas, por medio del sacrificio de Jesús, de nuestra baja autoestima, llegaremos a comprender definitivamente, lo útiles que somos para Dios.
Si el Señor te llama para servirle, si Él te ve útil y capacitado para su obra, ¿quién eres tú para dudarlo o incluso negarlo?
¿Es que piensas que se equivocó contigo? Imposible, ten en cuenta que al que Dios llama, capacita.
Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas;
y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado.
Que la Gloria sea siempre para nuestro Dios.
He leído muchos artículos sobre autoestima…. confunden la humildad con la baja autoestima. Creen que Dios no nos llamó a amarnos ni estimarnos….
Gracias, pues los pasajes citados son una verdadera luz en medio de tanta tiniebla que hay en los incluso, escritos «cristianos».